Ayer durante la meditación, mantuve la oración hasta que sentí que salía de mi, observé que remolinos de una niebla de luz dorada me envolvía, partículas doradas brillaban y se arremolinaban sin dirección, el amor envolvía cada partícula, produciendo en un mi arrobamiento amoroso, no sentí que estaba ahí por mí, sino que desperté en medio de aquella experiencia.
Pregunte ¿que es?, como respuesta oí una voz con tono femenino, es el reino de los cielos que ha llegado para quedarse, ya no hay que cruzar puertas celestiales para entrar, está aquí en medio de esta tierra y lo envuelve todo, permea esta realidad, abre tu corazón y siéntelo, estas envuelto por él. El amor que me envolvía me embriagaba.
Me asalto una duda: yo tan imperfecto, con malas tendencias todavía, ¿como podía experimentarlo?.
En el silencio de la experiencia me olvide de
la duda, hasta que una voz seria dijo: no tiene importancia, un rayo del amor
del altísimo llegará como una onda y despegara aquellos velos, engaños y apegos
que los que esperan todavía tienen.
Estos velos de la ilusión te impiden experimentar plenamente el amor de Dios que ya está aquí envolviéndote.
Estos velos de la ilusión te impiden experimentar plenamente el amor de Dios que ya está aquí envolviéndote.
Después de un rato salí de la meditación,
estuve en silencio meditando y observándome, las ondas de la mente conflictiva no entendían
la lluvia de la gracia celestial recibida.
Me di cuenta de que la misma sensación mental de conflicto, eran un truco de la mente para no salir del estado de embotamiento.
Me di cuenta de que la misma sensación mental de conflicto, eran un truco de la mente para no salir del estado de embotamiento.
Y que la oración y la
meditación te quitaban los velos para experimentar el tesoro que envolvía a la
humanidad.