
Señor Jesús en tu honor, apóstoles y devotos de tu causa te veneran en todas partes, perdona maestro si nada más poseo a fin de honrarte, que estas páginas sencillas que fundamentalmente no son mías, sino migajas de tu gloria, humildes reflejos de tus enseñanzas a través de las cuales busco amarte y seguirte.
Durante mucho tiempo guardé estas experiencias, creyendo que eran un regalo para mi corazón, pero cuando empecé a meditar en la posibilidad de escribirlas para compartir el proceso por el que me habías llevado, me dijiste “Lo haces por mí, o por ti”.
Estas palabras me hicieron reconsiderar el contenido, y el proceso se paró durante varios meses, hasta que fue claro el hilo conductor: La vida es una en ti.
Ahora que has iluminado la razón de escribir tu historia en el alma que me diste, intentare mostrar un fiel reflejo de aquello que me has mostrado, sabiendo que las palabras son pobres herramientas para reflejar tu gracia en este pequeño corazón.
He oído de tu boca “Confía en mí”, “Ven conmigo”.
Lo medito pero no alcanzo a percibir su entero significado, así que te ruego que hagas el camino delante de mi corazón para que pueda recorrerlo según tu voluntad.