En los Benedictinos

Benedictinos 25/4/2018
Voy muy temprano al monasterio de los Bebedictinos en Tafira.
Estaba allí para realizar una gestión.
Mientras esperaba en la puerta de fuera veo a la derecha una puerta de metal casi cerrada y oigo unas campanas.
Nunca había estado a esa hora, así que no sabía que había detrás de la puerta, voy impulsivamente hacia ella, la abro y entro, era el acceso a la capilla del monasterio.
Ya había empezado la misa. Voy a la primera fila y me siento al lado de un joven. Un monje conocido del Istic está haciendo las lecturas y a medida que avanza entro en un estado de contemplación más profundo.
Los monjes se levantan de sus asientos para hacer la consagración y se acercan a un pequeño altar en el centro izquierdo de la capilla.
Había unos monjes en forma sutil, en oración por encima de los que estaban sentados. Cuando estos fueron al altar se sentaron en los bancos. Tenían las capuchas puestas, los hábitos parecían más antiguos y desgastados.
Al mismo tiempo veo abrirse el cielo de la ermita y muchos seres celestiales asistían en oración a la ceremonia. Eran muchos colocados en círculos y niveles hacia lo alto.
El Prior hace la consagración levantando la copa y al mismo tiempo una copa de fuego celeste nacarado envuelve el Cádiz y una llama celeste asciende.
La llama celestial se elevó más allá de donde estábamos y los reinos celestiales compartían y bendecían las gracias de la Eucaristía.
Una profunda gracia nos envolvió a todos los presentes, a los monjes en forma física y los monjes en forma sutil que estaban en profunda oración.
Sentí como me elevaba y aumentaba mi percepción, vi un infierno más abajo de nosotros con almas que clamaban misericordia y también veía como la gracia que subía al cielo, descendía del cielo, elevava y ayudaba a los que clamaban por perdón.
Los reinos celestiales ordenados por círculos y niveles se elevaban hacia arriba mientras que los lugares infernales eran de forma irregular con zonas más claras y más oscuras.
Me eleve más sobre la escena y la vi integrada en una forma ovoide (como un huevo), en el centro estaba la ceremonia aquí en la tierra y en lo alto los reinos celestiales, en la parte baja del huevo estaba el lugar de la pena.
Desde el lugar de la ceremonia ascendían corrientes de divina gracia, que eran amplificadas en los reinos celestiales, y a su vez estas corrientes descendían por el exterior de la forma ovoidal y volvían a ascender desde la base elevando a los seres en pena que reclamaban ayuda, perdón y redención.
Estás corrientes de amor y misericordia les ayudaban a elevarse y a purificarse.
Veía como la energía circulaba de medio arriba y volvía a descender por fuera
para subir por el centro e iluminar las zonas oscuras de aquel lugar.
Todo era unidad y oración por los hermanos en pena.
En muchas iglesias había visto a los Ángeles custodiar la forma sagrada, estar presentes en la consagración, ayudando a los sacerdotes, también había visto a los Ángeles dar la forma sagrada junto a quien lo administrará.
Pero nunca había experimentado ni visto con los ojos del corazón una imagen tan exquisita de la gracia y el perdón.
AbShalom Ruah
1/10/2018